El anuncio del peligro de ruina de la antigua casa-cuartel de la Guardia Civil en la plaza del Derribo no debe sorprender a nadie. Abandonado desde hace años a su suerte, las distintas denuncias que se han realizado sobre el triste destino que le esperaba no han servido para concienciar a las autoridades municipales de la necesidad de un proyecto para su rehabilitación. Ahora sólo queda certificar que la desidia y el abandono han acabado con uno de los pocos edificios con valor patrimonial que nos quedaba en Alcalá.
Proyectado por el arquitecto sevillano Juan Talavera y Heredia, con motivo de la remodelación urbanística que se emprendió con ocasión de la Exposición Iberoamericana de 1929, presenta el típico estilo regionalista de principios del siglo XX. En su fachada destaca la puerta flanqueada por columnas y el gran balcón sobre ella. Con algunos elementos decorativos barrocos, recoge el aire de las grandes casonas nobiliarias que proliferaron en Andalucía occidental durante los doscientos años previos. Una curiosidad consiste en la coexistencia en la misma fachada del escudo monárquico y el del régimen republicano. Este pequeño detalle nos señala cómo la Historia deja sus vestigios en los lugares más insospechados y la obligación que contraen las autoridades en su conservación.
El precario estado de la vieja casa-cuartel compone un ejemplo palpable de la situación del patrimonio de la ciudad. Mientras se realizan fuertes desembolsos en obras que despiertan la perplejidad del ciudadano y el Ayuntamiento recibe premios y parabienes por su eficacia en la gestión de los asuntos que le incuben, muchos de los vestigios de nuestro pasado desaparecen antes nuestros ojos por acción u omisión de esas misma autoridades.
Antonio García Mora para "Ecos de la cultura"
La Voz de Alcalá (15.III.10)
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