La obra subastada en Christie's, pintada por el artista en 1932, bate el récord mundial
Picasso sigue siendo el artista con mayúsculas, al menos para aquellos afortunados o previsores millonarios cuyas fortunas no se volatilizaron con la caída de los mercados financieros en 2008 y la crisis subsiguiente. Una vez más, el malagueño ha hecho historia en la sede de Christie's en Nueva York con la venta de Desnudo, hojas verdes y busto (1932) por 106,4 millones de dólares (81 millones de euros), convirtiéndose así en el cuadro más caro jamás subastado y también en el Picasso más valioso.
Caía así del trono Alberto Giacometti, ocupado durante apenas unos meses por su escultura El hombre que camina I (1961), subastada en la sede de Sotheby's en Londres el pasado febrero por 104,3 millones de dólares (74,3 millones de euros). Hasta entonces había sido Picasso el rey absoluto de los precios de las subastas con su Muchacho con pipa (1904) que ostentaba el récord de cuadro más caro de las subastas de arte desde 2004, cuando fue vendido en Sotheby's por 104,1 millones de dólares (74,1 millones de euros).
Y es que con o sin crisis la marca Picasso sigue siendo ese valor refugio al que los coleccionistas de arte acuden cuando todo a su alrededor parece derrumbarse. A las siete de la tarde en la sede de Christie's nadie parecía preocuparse por la abrupta caída de las bolsas europeas ante la crisis griega o por las nuevas amenazas terroristas que planean sobre Estados Unidos. En una sala abarrotada de coleccionistas elegantes, muy perfumados y expectantes las apuestas arrancaron fuerte para el cuadro Desnudo, hojas verdes y busto, un excepcional retrato de Marie-Thérèse Walter, joven a la que Picasso conoció mientras estaba casado con la bailarina Olga Khoklhova y que se convirtió en su amante con apenas 17 años.
Caía así del trono Alberto Giacometti, ocupado durante apenas unos meses por su escultura El hombre que camina I (1961), subastada en la sede de Sotheby's en Londres el pasado febrero por 104,3 millones de dólares (74,3 millones de euros). Hasta entonces había sido Picasso el rey absoluto de los precios de las subastas con su Muchacho con pipa (1904) que ostentaba el récord de cuadro más caro de las subastas de arte desde 2004, cuando fue vendido en Sotheby's por 104,1 millones de dólares (74,1 millones de euros).
Y es que con o sin crisis la marca Picasso sigue siendo ese valor refugio al que los coleccionistas de arte acuden cuando todo a su alrededor parece derrumbarse. A las siete de la tarde en la sede de Christie's nadie parecía preocuparse por la abrupta caída de las bolsas europeas ante la crisis griega o por las nuevas amenazas terroristas que planean sobre Estados Unidos. En una sala abarrotada de coleccionistas elegantes, muy perfumados y expectantes las apuestas arrancaron fuerte para el cuadro Desnudo, hojas verdes y busto, un excepcional retrato de Marie-Thérèse Walter, joven a la que Picasso conoció mientras estaba casado con la bailarina Olga Khoklhova y que se convirtió en su amante con apenas 17 años.
El artista pintó el cuadro poco después de cumplir 50 años, cuando el romance ya tenía cinco de historia, en uno de los períodos más prolíficos de su vida y que los expertos consideran como uno de los mejores de su carrera. En este lienzo de grandes dimensiones (160 cm x 130 cm) no sólo aparece la imagen de aquella mujer que albergó la esperanza de casarse con Picasso hasta que éste murió en 1973 y que se suicidó tras su muerte sino que también puede verse el perfil del artista, que observa el busto desnudo de su amada desde un pedestal.
La puja comenzó con un gran silencio seguido de una carcajada nerviosa del público poco antes de que el maestro de ceremonias de la noche anunciara que la cifra de arranque eran 58 millones de dólares. Los números fueron hinchándose a gran velocidad con pujas hechas por ocho compradores en la sala y por teléfono a golpe de millón. Cuando se alcanzaron los 88 millones, la velocidad disminuyó y sólo quedaron dos coleccionistas en lucha a través del teléfono. Cada millón adicional fue arrancando una exclamación del público, hasta que la puja se cerró tras nueve emocionantes minutos en 95 millones de dólares (con la comisión y los impuestos se alcanzan los 106,482, 500 mencionados) provocando un espectacular aplauso. La identidad del comprador no se hizo pública.
El cuadro más caro subastado
Hace cinco décadas que el cuadro no se mostraba en público. En 1951, fue adquirido por Sydney F. Brody, un constructor millonario enamorado del arte moderno que amasó una de las mejores colecciones de EE UU, la que ayer protagonizaba la subasta de Christie's. Entre otras joyas de dicha colección se vendió una escultura de Giacometti, Grande tête mince, (1954-1955) por 53,2 millones de dólares y otra del mismo autor titulada El gato por 20,8 millones de dólares.
El precio que había estimado la casa de subastas para el cuadro de Picasso estaba entre los 70 y los 90 millones de dólares pero era una valoración a la baja, una de las estrategias frente a la crisis de las casas de subastas para no crear excesivas expectativas alrededor de sus ofertas -en 2009 hinchar los precios no funcionó y los coleccionistas se abstuvieron de comprar obras sobrevaloradas-.
Hace cinco décadas que el cuadro no se mostraba en público. En 1951, fue adquirido por Sydney F. Brody, un constructor millonario enamorado del arte moderno que amasó una de las mejores colecciones de EE UU, la que ayer protagonizaba la subasta de Christie's. Entre otras joyas de dicha colección se vendió una escultura de Giacometti, Grande tête mince, (1954-1955) por 53,2 millones de dólares y otra del mismo autor titulada El gato por 20,8 millones de dólares.
El precio que había estimado la casa de subastas para el cuadro de Picasso estaba entre los 70 y los 90 millones de dólares pero era una valoración a la baja, una de las estrategias frente a la crisis de las casas de subastas para no crear excesivas expectativas alrededor de sus ofertas -en 2009 hinchar los precios no funcionó y los coleccionistas se abstuvieron de comprar obras sobrevaloradas-.
Sin embargo frente a Desnudo, hojas verdes y busto muchos expertos habían augurado que se superaría la barrera de los 140 millones de dólares puesto que en 2006 el coleccionista Steve Cohen estuvo a punto de desembolsar 137 millones de dólares por el cuadro Le Reve, un lienzo de 1932 como el subastado ayer y en el que también aparecía la joven amante del pintor. Aquella transacción, que iba a realizarse de forma privada entre el magnate de los casinos Steve Wynn y el coleccionista Steve Cohen, fue abortada antes de consumarse por un codazo accidental del propio Wynn, dueño del lienzo, quien rompió sin querer su propio cuadro.
Ayer no se alcanzó esa espectacular cifra pero Picasso volvió a colocarse a la cabeza de los artistas de las subastas. El pintor español, que estos días también protagoniza una muestra en el Museo Metropolitan de Nueva York y otra en el MOMA, no pasa de moda. Y sin duda parece un valor mucho más seguro que la lotería que hoy parece ser invertir en bolsa.
Ayer no se alcanzó esa espectacular cifra pero Picasso volvió a colocarse a la cabeza de los artistas de las subastas. El pintor español, que estos días también protagoniza una muestra en el Museo Metropolitan de Nueva York y otra en el MOMA, no pasa de moda. Y sin duda parece un valor mucho más seguro que la lotería que hoy parece ser invertir en bolsa.
Otros récords
Existen otros cuadros que han alcanzado precios más altos vendidos de forma privada, y curiosamente, ninguno es de Picasso. El récord actual lo ostenta una obra de Jackson Pollock - Numero 5, 1948- vendida por el coleccionista David Geffen a un comprador anónimo por 140 millones de dólares en 2006. La segunda obra más cara también la vendió Geffen pero el comprador fue Steven Cohen, que adquirió Woman III, (1953) de William de Kooning, por 137,5 millones de dólares también en 2006. Esos precios parecen demostrar hacia donde irá el mercado en el futuro, que ha visto cómo los artistas estadounidenses de la posguerra han multiplicado sus cotizaciones de forma exponencial durante la última década. Ellos serán las estrellas de las subastas de arte contemporáneo de la próxima semana.
Tras la lectura de éste articulo nos queda patente que la compra y venta de obras de arte no van unidas a un interés estético, artístico cultural, etc., es una simple transacción comercial, es un bien refugio, un valor al alza que no se devalúa, algo con lo que se puede comerciar y que interviene, directa o indirectamente, en la economía y la bolsa. Para la mayoría de los particulares es una forma de inversión que no se devalúa, un bien refugio como he dicho, al igual que el oro o las piedras preciosas, etc., pero no aspiran a mejorar su cultura, a adquirir obras por el simple hecho de admirarlas o para culturizarse. Lo que ha ido pasando poco a poco con el arte en general y más particularmente con el Arte contemporáneo es una comercialización del arte, casi una industrialización y la conversión en un motor económico al unirse al turismo al atraer a millones de turistas con ciertas “master pieces” a los principales museos del mundo, siendo un gran tirón económico, turístico, mediático, etc. Se ha perdido poco a poco el gusto de la obra de Arte en sí, el placer estético de su admiración en pro de su mayor cotización y su valoración de tipo económica, no una valoración estética o basada en el gusto. Creo que estas grandes sumas y esta valoración económica tan altísima de algunas piezas dirigen el gusto del momento, “lo que se lleva” sin tener en cuenta el comprador sui propio gusto, sino un interés comercial de un objeto valorado en cientos o miles de millones y que lo ve como una inversión, no como un objeto que te hace sentir cosas y que te “gusta”, sino que los críticos han dicho que es lo que se lleva, lo que vale más, etc.
Existen otros cuadros que han alcanzado precios más altos vendidos de forma privada, y curiosamente, ninguno es de Picasso. El récord actual lo ostenta una obra de Jackson Pollock - Numero 5, 1948- vendida por el coleccionista David Geffen a un comprador anónimo por 140 millones de dólares en 2006. La segunda obra más cara también la vendió Geffen pero el comprador fue Steven Cohen, que adquirió Woman III, (1953) de William de Kooning, por 137,5 millones de dólares también en 2006. Esos precios parecen demostrar hacia donde irá el mercado en el futuro, que ha visto cómo los artistas estadounidenses de la posguerra han multiplicado sus cotizaciones de forma exponencial durante la última década. Ellos serán las estrellas de las subastas de arte contemporáneo de la próxima semana.
Tras la lectura de éste articulo nos queda patente que la compra y venta de obras de arte no van unidas a un interés estético, artístico cultural, etc., es una simple transacción comercial, es un bien refugio, un valor al alza que no se devalúa, algo con lo que se puede comerciar y que interviene, directa o indirectamente, en la economía y la bolsa. Para la mayoría de los particulares es una forma de inversión que no se devalúa, un bien refugio como he dicho, al igual que el oro o las piedras preciosas, etc., pero no aspiran a mejorar su cultura, a adquirir obras por el simple hecho de admirarlas o para culturizarse. Lo que ha ido pasando poco a poco con el arte en general y más particularmente con el Arte contemporáneo es una comercialización del arte, casi una industrialización y la conversión en un motor económico al unirse al turismo al atraer a millones de turistas con ciertas “master pieces” a los principales museos del mundo, siendo un gran tirón económico, turístico, mediático, etc. Se ha perdido poco a poco el gusto de la obra de Arte en sí, el placer estético de su admiración en pro de su mayor cotización y su valoración de tipo económica, no una valoración estética o basada en el gusto. Creo que estas grandes sumas y esta valoración económica tan altísima de algunas piezas dirigen el gusto del momento, “lo que se lleva” sin tener en cuenta el comprador sui propio gusto, sino un interés comercial de un objeto valorado en cientos o miles de millones y que lo ve como una inversión, no como un objeto que te hace sentir cosas y que te “gusta”, sino que los críticos han dicho que es lo que se lleva, lo que vale más, etc.
Con esta noticia me gustaría abrir un debate sobre la crítica de arte y el mercado del arte, ¿qué opináis? A mí personalmente me encanta el Arte contemporáneo pero eso no quita para que vea la excesiva mercantilización del mismo.
María Cotelo Moya
María Cotelo Moya
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