Actualmente se está construyendo en la plaza de la Encarnación de Sevilla, el proyecto arquitectónico denominado Metropol Parasol. Que es una estructura con forma de seis grandes setas unidas por la cubierta que se extienden desde los aledaños de la calle Puente y Pellón hasta los de la calle Regina. Este proyecto ha sido elaborado por el estudio del arquitecto alemán Jürgen Mayer, y ha resultado como la idea ganadora del concurso internacional de ideas convocado por el Ayuntamiento de Sevilla para la plaza de la Encarnación. El proyecto consta de cuatro niveles, los restos arqueológicos, y donde también habrá unos 800 metros cuadrados para tiendas. Sobre él estará el mercado de abastos y el techo del mercado es a su vez, el suelo de una gran pública, algo elevada sobre la superficie y de donde emergen los seis grandes pilares de las “setas”. Un ascensor lleva hasta la cubierta, que se encuentra a unos 30 metros de altura y donde se ubica un mirador para contemplar toda la ciudad.
Desde la elección del proyecto para su construcción numerosas asociaciones han presentado su negativa, y a mi parecer, existen muchas razones por las que ese proyecto no debía haberse llevado a cabo. En primer lugar, la zona de la Encarnación se encuentra integrada en el Conjunto Histórico de Sevilla, por lo tanto este proyecto no respeta la protección del paisaje urbano que la Ley de Patrimonio y la declaración de Conjunto Histórico (Ley 2/1999, de 29 de marzo), supone. Tampoco se respeta las alturas que las Ordenanzas Municipales y la declaración de Conjunto Histórico admite. El Comité Español del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) menciona que tanto la trama urbana como los edificios históricos son auténticos símbolos testimoniales del pensamiento, la evolución y los valores arraigados en una sociedad a lo largo de sus diferentes etapas. Como documentos vivos nos ofrecen una lectura directa del substrato histórico en el que se fundamenta la particular idiosincrasia y la genuina identidad cultural de cada pueblo. La pérdida de esos valores constituye una destrucción del patrimonio equiparable a su desaparición física.
Por otro lado, la eliminación del arbolado de la plaza para dejar paso a las gigantescas setas, obtenemos por consecuente desechar la forma más barata y sostenible de crear sombra, bajar la temperatura estival, la contaminación y aumentar la humedad del aire, y se opta por la más cara y la menos sostenible, por lo costoso del mantenimiento de la madera muerta. Ya que la madera, que se pretenden utilizar para las cubiertas de las setas, es un material que presenta una vida media mucho más corta que el resto de los materiales utilizados en la construcción, por lo que deriva un alto costo de conservación que no parece recomendable. Al situar la plaza a la altura de un primer piso también se rompe con la intimidad del vecindario.
Tradicionalmente se ha venido considerando la conservación del patrimonio histórico inmueble desde un punto de vista limitado casi exclusivamente a su soporte físico, pero hoy en día es preciso profundizar en el estudio de su dimensión intangible, reconociendo que el patrimonio material constituye un contenedor de valores inmateriales que le proporcionan significado y reflejan los motivos más hondos por los que la sociedad es sensible a su aprecio y conservación.
También destaco la negativa acción de los pilotes, base de las gigantescas setas, ya que condicionan la conservación de los restos arqueológicos. La localización de la base de los pilotes afecta de manera decisiva y destructiva a los restos de la Basílica, las casas romanas y una casa almohade, alterando gravemente el proyecto de conservación. Tampoco tengo constancia que el proyecto desarrolle ningún programa museográfico de los restos arqueológicos que queden. Se otorga más valor a la nueva construcción que se quiere realizar, que a la puesta en valor de lo hallado.
Por tanto, antes de iniciar cualquier actuación, siempre debe plantearse un análisis de las ventajas e inconvenientes que nos ofrecen tanto el legado que hemos recibido como las nuevas posibilidades existentes y actuar en consecuencia, sin dejarse engañar por hábiles maniobras de mercado ni por manipuladores que anteponen su lucro personal o su prosperidad económica y social a la conservación de los valores culturales y sociales de la población.
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